17.1.11

A mi querido maltratador

Un día más llego a casa, cansada de una dura jornada laboral, y al abrir la cerradura mi cuerpo empieza a temblar... ¿qué será hoy? ¿algo no terminé? ¿algo dejé sin hacer?... 
Quisiera poder dejar mi alma fuera, en el zaguán de casa, ya es bastante entrar mi cuerpo, curarlo me lleva tiempo, sana sí claro que sana, pero... ¿y mi alma? Para mi alma no hay tirita que la abarque...
Alma mía, sepárate de mí, quédate ahí... espera mi posible vuelta...
Pero mi alma, tal como tú... no escucha, no atiende a mi cabeza, ni puede acceder a los deseos de mi corazón, está conmigo... le falta valor...

Camino despacio por el corredor, y pienso en cuatro años atrás, cuando en mi cara plantabas el más dulce de los besos, cuando tus brazos me estrechaban con ternura, cuando me sentía la mujer más afortunada del mundo... ahora no sé si quiera si mujer soy... y todo ésto y más te lo debo a ti, a ti el que me acompaña en mis noches en vela, el que me atosiga nada más que llego, el que ha pasado a ser de mi amor a mi carcelero...
Tomas mi piel y me la devuelves hecha harapos, tomas mis manos, mi boca, mi cuerpo, y me los devuelves del color de la noche sin luna... Y luego, vas y me dices: 
¡qué mala cara tienes esta mañana!
Y mi boca... ha de permanecer cerrada para que tus manos no me invadan, como pestillos de hierro a un portón. Trago saliva, cierro mis oídos, me recompongo y sigo untando la rebanada con mermelada que tanto te gusta para desayunar... ¡qué mala soy! ¡que mal te quiero! ¿verdad?
Pero hoy, precisamente hoy, ¡al fin! mi alma ha hablado a mi corazón, y al pasar por la puerta ambas se han dado la mano, una a la otra se han abrazado, fuertemente... Mi cuerpo pasó al salón, sólo con la razón. Me he sentado y aquí me tienes, en estas letras, para que sepas que a tu vuelta ya no estaré...


He abierto los ojos, y me he dado cuenta del mundo que me espera, y de un ningún futuro a tu vera... 
Te digo adiós, me voy... fuera en el zaguán me esperan, no es el amante que me reprochas casi a diario, ese no existe, por más que insistas... son mi alma y mi corazón que ya dolidas han decidido ponerle fin a estos días y “vida” sin luz... 
Me voy con ellos, no te preocupes es lo único que llevo, lo que no podrás quitarme nunca, por mucho que incluso en ello hayas puesto todo tu empeño. Te dejo lo que me has dado, dolor, rabia, impotencia, decepción, desilusión, y mucho más que bien sabrás encontrar si miras en tu interior... Todo eso es tuyo y para nada lo quiero... quédatelo!
Adiós, mi “querido” maltratador.







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